Mi amiga ya lo sabe todo
Suena mi amiga ya lo sabe todo y el día se suaviza. Cambia de color. Me gusta An Espil por cómo le escribe a sus amigas, y por su voz. Me gusta la gente que tiene la habilidad de escribir sobre sus amigas, de embellecer lo que tiene patas y anda solo. Últimamente ando procrastinando la tesis, y mis deseos, a full. Venir acá es un punto de reencuentro, venir a mis amigas es también un encuentro. Y el estar en este estado un poco de pausa me hace girar por las esferas de mi vida. Todo poema a mis amigas es forzado y toda palabra me quema. Lo que quiero mucho se me torna innombrable, porque nombrar es reducir un poco a lo concreto. Es definir un poco la magia. Y yo deseo siempre el encuentro, estar ahí pero sin poder decir mucho cuánto quiero. bueno eso porque me faltan palabras.
En Anspil encuentro las palabras que no pierden belleza. Un poco la voz dulce acompaña a decir lo que queremos decir sin dar mucha vuelta. Al pedo lo que hagas para embellecer lo que querés decir, lo que querés decir es una cosa. Mi amiga me habla a los gritos en un bar con música y nos tiramos arriba de la mesa a escucharla. Mi amiga me dice que no para de pensar y llenamos un vaso. Mis amigas fantasean. Una persona tiene su instagram lleno de fotos analógicas de sus amigas. Mi amiga le trenza los sueños a todas. Se ríe tanto que da ganas de reír. Esas amigas se dicen que son unas pelotudas y se miran fijo. Mi amiga me invitó. Mi amiga ya lo sabe todo, ¿sabes? no le voy a dar una vuelta más hasta que vuelva a ver a mi amiga. Estas re linda. Mi amiga se recibió y no es más mi amiga, es licenciada. Que alguien traiga un vino. Nos juntamos y les cocino la salsa que aprendí hacer. Amiga sos intensa y la madera no se rompe. Me gusta que te guste. Yo te leo y vos me cebas mates. Nunca nos leímos poesía amiga. Amiga me aburrí. Amiga chau, me tengo que ir.
Todos en algún momento pasamos o vamos a pasar por una época de relaciones líquidas. Amiga esta, amiga la otra, me abro por aquí y por allá. Si salimos, esto va a pasar y esto a veces va a dar amistades hermosas. Pero hay algo en la tradición, en general, que esta generación busca aferrarse. Andamos en caída libre. De repente tener un rollo de veinte fotos hace que los momentos no se equiparen unos con otros, hace que el recuerdo esté más fresco. Tal vez podríamos hacer lo mismo con nuestros celulares y limitar la cantidad de recuerdos y momentos que elijo sacar y guardar. Pero la voluntad se quiebra, la voluntad está por todas partes y aparentemente, menos en nosotros. Entonces, parece que verdaderamente es necesario pagar fortunas en rollos y revelaciones para poder reconectar con aquella otra época. Y esto, no me suena a nostalgia, ni a pensar que tiempos pasados, fueron mejores. Es más un manotazo al arrase actual. Los focos de atención están dispersos, los recuerdos son simultáneos, estás en la juntada y estás resolviendo aquella otra cosa, te tomaron en ese laburo porque podes hacer(te) multitasking, ¿podemos salir de ahí?
Algo que retomó con furor pero también con bastante adaptación a la contemporaneidad son los programas de radio. Los programas de radio ahora son de grupos de amigos, o gente que se juntó y terminó haciendo amistad. Podés sintonizarlos en vivo, pero también queda todo registrado. Hay un placer en poder ir solo a esa parte de la charla que te podría gustar, a ese tema de interés que va con vos. Opera algo del control y del buscar lo que es afín a nosotros. Elegir un programa entre tantos, tiene su valor. Entonces por un lado, la escena está en la amistad. ¿Para observar como oyente o para vivirla? Tal vez ambas cosas, y como en este escrito, para pensarla. No vamos a pasar por alto que la batería social (¿es un concepto? ¿es una de esas tantas situaciones que siempre existieron y solo ahora reciben nombre o es un mecanismo de defensa y a la vez de autocuidado?) es algo que nos condiciona y que ocupa su lugar en las relaciones, a veces no estamos. A veces hay que ser oyente, para después vivirla.
La tradición y la amistad. La amistad sin importar la época. Las de sex and the city yendo a desayunar todas las mañanas. Parar a la época y hablar con una amiga, hacer nada con unas amigas, juntarse en el club con amigas. La tradición es poder seguir contando, escuchando y siendo contada por tu amiga. Es poder hacer espacio a que algo suceda cuando los días tienen el mismo sabor. Mi amiga es un lugar. Me quedo tranquila porque mi amiga ya lo sabe todo acerca de esa ilusión que me estaba comiendo la cabeza. Lo concreto es mi amiga. En el taller de poesía de los martes, una compañera dijo algo así como “te quiero por cómo hablas de tus amigos” o “por cómo tus amigos hablan de vos”. No sé bien cómo era, pero se la dedicó a su amiga en su poema.